domingo, 28 de febrero de 2010

Por dónde saldrá el Sol?

Si no existiera el sentir
no habría motivos para escribir,
si no existiera el misterio
no habría aventureros,
si no existieran los desafíos,
no habría mañana.

Si no existiera la poesía
no habría magia,
si no existiera el calor
no habría pasión,
si no existieran las lágrimas
no maduraría el corazón.

Será que la dulzura
de tu mirada hace
juego con mis palabras?
o será que me gustaría
que confíes en mi
y que veas el mundo
a través de mis ojos?

Si no existiera la música
no habría nada,
si no existiera el alba
no habría atardecer,
si no existiera la locura
no habría sueños que entretejer.

Si no existiera tu mirada
habría ocasos sin alba,
si no existiera tu sonrisa
habría silencios de requisas,
si no existieran tus besos
mi corazón cotizaría en pesos.

Será que mis dudas
quedarán en el papel?
o será que la Luna
junto a la brisa de la
noche te susurrarán
mis incertidumbres en
un escalofrío para
que extrañes mis abrazos?.
Sebastián Koutsotivis.

jueves, 4 de febrero de 2010

Próximamente

Era una noche de verano,
la Luna estaba mas plateada
que de costumbre,
yo tenía pinta de servidumbre
y mi suerte se acababa de fugar.
Salí andar en bicicleta
y a visitar viejos amigos,
tomé un par de copas de vinos
y brindé por el reencuentro,
siempre es un buen momento
para reencontrarse con uno mismo
y mas entre las notas de un himno
de una improvisada melodía al silbar.
Después de varios vasos
y de cruzar miradas con una reina
y una diva embriagada,
decidí regresar a mi casa
caminando por la oscuridad.
Entre los pasos y las voces
de gente que me saludaba,
perdí el rumbo como un ave lastimada
y era un naufrago en mi ciudad.
Tratando de reconocer
lo que decían los carteles,
me encontré en una vidriera una tele
que no paraba de emitir desinformación.
Igual no me importaba, no entendía nada,
es mas, me taladraba y quizás me mareó mas.
Estaba medio abombado cuando
vino una chica y me tomó de la mano,
me dijo al oído: vení nene es por acá.
Me llevó a un CASINO casi desconocido,
no sabía que existía ni nunca lo había escuchado nombrar.
Me dió un par de copas de vino y me llevó a una mesa,
a mi lado estaba el rey de Persia, una condesa
y algo mas que no podía descifrar.
Las primeras manos las gané como un gladiador,
me estaba llevando todo,
me decían winner de apodo
porque no paraba de ganar.
Llegó la última mano y era a todo o nada,
le había ganado a la condesa
y al Rey de Persia que se fue sin saludar.
Me quedaba ese sujeto, esa sombra
o ese objeto que le tocaba jugar.
Al mostrar sus cartas me dejó en bancarrota,
en saldo deudor, me sentía desnudo o en pelotas,
ya no tenía nada por qué jugar.
Y así fue la historia…
Jugué al póker con el amor
y cuando le estaba por ganar,
el muy turro subió la apuesta y tiró un as.
El desgraciado no me tuvo compasión
y se llevo del medio de la mesa nada mas
y nada menos que mi pobre corazón.
Ahora camino en medio de la noche,
voy sin rumbo hacia a la nada,
paseo por un bosque

donde no hay princesas ni hadas,
solo palabras, tequilas y sexo en la playa,
solo frases por la noche que a la mañana se largan,
solo con la mente de un francotirador que gatilla fríamente,
solo hasta recuperar mi corazón que será próximamente.
Sebastián Koutsovitis.