lunes, 28 de febrero de 2011

I Only Want To Fly

Vuelo como un águila,
tengo mis alas estiradas,
desciendo entre las
torres de la ciudad,
toco la copla de los árboles
y me vuelvo a elevar.
Algunos me confunden
con un pegaso,
otros con un dragón,
alguno pensó en un ángel,
y un señor en un halcón.
Soy como un ave dando vueltas,
le sonrio al destino,
miro mi sombra sobre las casas,
los autos
y dibujo mi propio camino.
Solo quiero volar,
perdí la noción del tiempo,
el viento acaricia mi piel,
no quiero que pare este momento.
Las nubes me juegan carreras,
de fondo veo el atardecer.
el sol anaranjado me marca la ruta,
no está en mis planes volver.
Tengo aviones a mi lado,
veo a la gente como hormigas,
las calles son pistas de aterrizajes,
y en mi espalda no llevo
mochila ni equipaje,
ni nada que me impida flotar.
No me molesten mas,
solo quiero volar,
rozar el océano en un vuelo al ras,
pasar entre los delfines,
“I Only Want To Fly”.
Si alguien alza su cabeza,
me va a poder ver por el aire,
no hay de que preocuparse,
soy solo yo volando en libertad.
Sebastián Koutsovitis

jueves, 24 de febrero de 2011

Recreo

Tus zapatos “taco aguja” me llaman con su ruido,
cuando pasas por las obras siempre se escuchan chiflidos,
muchos pibes te dan vuelta porque sos un buen partido,
pero yo voy despacio porque soy un chico prevenido.

Con ese caminar parecés una felina,
tu “animal print” me saca de la oficina,
la poesía de tus besos me llevan para arriba,
me diste el okey, no estás a la defensiva.

Tu cintura me relaja, tu mirada es atractiva,
tus labios son de azúcar con gotas de caipirinha,
si querés nos desvestimos dentro de la piscina,
me gusta mirarte hasta quemarme las retinas.

El aroma de tu pelo huele a coco con vainilla,
quiero que tomemos “agua ardiente” en Barranquilla,
me gusta cuando bailás y vas jugando con la silla,
con vos ningún hombre necesita una pastilla..

Tus medias de red son una trampa mortal,
puedo ser un príncipe como también un estatal,
me gusta tu look de chica sexy e intelectual,
ya llamé a la recepción y pedí un continental.

Sentí algo muy raro, quiero verte de nuevo,
por vos noquearía a Tyson sin guantes de boxeo,
animaría fiestas infantiles siendo un buen titiritero,
o convertiría al Papa de católico en ateo.
Sebastián Koutsovitis

martes, 22 de febrero de 2011

Breaklunch

Comimos sushi mirando al cielo,
parecías una princesa del “Taj Mahal”,
tu strapless estaba algo ajustado,
y tu sonrisa no paraba de brillar.

Eras mas hermosa que mirar un “Monet”,
de a poco se sentía un fuerte calor,
mi mente iba mas rápido que un jet,
y no me calmaba ni Sigmund Freud.

Me gusta verte y sentir esta adrenalina,
estar con vos de noche y de día,
sos una mezcla de locura con morfina.
por vos caminaría de Bs As hasta Lima.

Me encanta que hables sin medir palabras
y que no tengas límites conmigo,
disfruto tenerte abrazada entre mis garras,
con vos estaría de domingo a domingo.

A veces pienso que sos un sueño,
y que al cerrar los ojos estoy en “Plaza Mayor”
quizás vinieron aires madrileños,
o quizás con vos vuelo como un avión.

Pierdo la cabeza cuando te movés como quiero,
sin cuestionamientos ni dudas morales,
mientras escuchamos rock o un disco de boleros,
para después hacer un “breaklunch” de yogurt con cereales. :P
Sebastián Koutsovitis

domingo, 20 de febrero de 2011

Soul AM

Suena la vida en una canción,
el ritmo mata todos los dolores,
el cuerpo empieza a transpirar tristezas,
y en el piso quedan gotas de colores.

La cura viene a través de la vibra,
de apoco sube la energía del momento,
se escuchan los tambores y las mandolinas,
mis latidos marcan el compás de los tiempos.

El esqueleto no para de moverse,
es lo mejor para olvidarse de todo,
hay que fusilar a la mentira y a la soledad,
y vivir el presente sin cuestionar el modo.

Que el viento traiga todo lo que oye,
que los agudos lleguen hasta la sien,
que bajen por el cuello, las caderas,
y que sigan por los pies.

Hoy el mar está agitado,
la luna brilla mas que el infierno,
hay oasis en medio del desierto,
fueron tres renglones en este cuaderno.

En esta noche escuché a un mudo cantar
y a un ciego leer el listado de tragos,
bailé con una mujer que tenía un vestido de novia,
que si mal no recuerdo vivía por mis pagos.

La sonrisa visita cada rostro,
quedarse maquinando no es la mejor opción,
ha llegado la cura en forma de sonido,
hoy el mas tímido es un campeón.

Ya llegó el sol y a nadie le importa,
ya se acabó el alcohol junto a mis rimas,
la luna dejó borrachos tirados
y en mi corazón ya no hay espinas.
Sebastián Koutsovitis

jueves, 17 de febrero de 2011

Mi Trabajo

Tengo un trabajo rutinario pero me encanta.
Me levanto temprano, muy temprano a la madrugada,
agarro un fósforo, prendo la hornalla, pongo agua en la pava
y después la dejo en el fuego para que caliente.
Mientras tanto me pego un baño para sacarme
la modorra de encima. Salgo de la ducha, me seco,
me pongo un boxer, una camisa manga cortas,
un jean gastado, unas medias de algodón blancas
y termino de vestirme cuando me pongo
unas zapatillas de lona de color rojo.
En verdad nunca puedo terminar de ponerme
la ropa en un intento porque la pava me llama
para que la saque del fuego y es ahí
cuando me llevo puesto el marco de la puerta
con el hombro y disparo absurdamente
un par de palabras injuriosas hacia
la inexistente madre de ese objeto que impactó en mi cuerpo.
Una vez que agarro la pava, el mate y la bombilla,
voy hacia el balcón francés, abro la puerta, la persiana,
respiro un poco del aire místico de la noche y veo
las estrellas que rodean la Luna mientras
escucho temas lentos de los guns, nirvana, redhots entre otros.
Pienso en “nada” cebada tras cebada y me dejo llevar
por la melodía de los temas. Es casi de todos los días que
al entrar en éxtasis me quedo sin agua para el mate.
Es entonces cuando agarro el mate junto a la pava,
voy al lavadero, tiro la yerba al tacho,
después me dirijo a la mesada, lavo y seco todo lo que usé.
Cierro la puerta de la cocina, del baño y del balcón
francés por si llueve pero no bajo la persiana
ya que la luz es fundamental para mi.
Agarro la mochila para salir al trabajo pero
cuando me quiero ir busco las llaves y no las encuentro.
Siempre se esconden de mi y nunca les hago nada.
Trato de hacer memoria para saber donde las dejé y
aparecen misteriosamente debajo del diván.
Las agarro rápido porque siempre siento
que se me hace tarde. Abro la puerta,
la cierro con las cuatro cerraduras, toco el botón del ascensor,
grito que cierren la puerta, nadie me escucha, bajo doce
pisos por la escalera hasta que salgo al garage. Tomo las
llaves nuevamente para abrir el candado de la bici,
empiezo a caminar junto a la bicicleta hacia el portón y lo abro.
Paso con la bici, lo cierro y es cuando me altero
un poco al mirar mi reloj de bolsillo.
Me subo a la bicicleta y pedaleo rápido. Agarro Serrano,
paso por la Plaza Cortazar, doblo por Honduras,
después por Juan B. Justo y le doy derecho hasta el Río de la Plata.
Me bajo de la bici, la encadeno a un poste de luz,
saludo a “Beto” que es un hombre
que no está en sus cabales y vive en la calle
y me voy corriendo hasta el final del muelle del
“Club de Pescadores” donde me espera un bote con dos remos.
Desato el nudo que conecta mi barca con la tierra y
empiezo a remar mientras escucho el sonido
que producen los remos al introducirse en el agua.
A veces el río está medio picado, calculo que
será por las crecientes o no se por que.
A medida que avanzo me alejo mas de la ciudad,
veo las luces cada vez mas pequeñas a tal punto que
la city se convierte en una diminuta maqueta y las luces
se transforman en gotitas luminosas en ese universo ya lejano a mi.
Remada tras remada tomo mas distancia
hasta que esa maqueta se desvanece en el horizonte.
Sigo remando en dirección
contraria a la Luna que ilumina mi camino
hasta que hago un stop.
Nunca nadie me dijo donde tengo que parar pero supongo
que me detengo en el lugar correcto todos los días
porque ningún superior me llamó la atención.
Saco el reloj para fijarme el horario y por suerte
siempre me sobran unos minutos. Entonces me saco las zapas,
las medias y mojo los pies en el agua mientras
improviso una melodía con la armónica.
Pasa un tiempito hasta que las agujas marcan
la hora indicada. Saco los pies del agua,
agarro la mochila y la abro.
El procedimiento es rutinario pero hay que tener
mucho cuidado de no cometer ningún error.
Abro lo mas que puedo el cierre de mi mochila y la estiro.
Introduzco mis dos manos y lo agarro.
Tiene el tamaño de una pelota de fútbol Nº 5.
Lo tomo suavemente y lo dejo en el agua.
De repente alrededor de él se forma vapor, aparecen burbujas,
siento como una simbiosis entre la sal del mar y su textura.
La esfera empieza a regalar colores que nacen
mediante miniexplosiones. Veo diferentes tonos
de colores: violeta, amarillo, rojo, verde, azul entre otros.
Es imposible pasar al papel lo que ven mis ojos
día tras día. Para que tengan una noción de lo que es,
no alcanzarían todas las palabras mas lindas del "Diccionario
de La Real Academia Española" como para poder definir tal espectáculo.
El agua empieza agitarse suavemente,
acuna el bote y se levanta una agradable brisa húmeda.
Ese aire se va convirtiendo en viento. La esfera
va tomando un color rojizo/anaranjado
y su circunferencia empieza a extenderse.
Ese es el indicador de mi retirada.
Mientras me pongo las medias y las zapas
observo todo lo que sucede.
Si bien siempre es lo mismo,
nunca es igual.
Es un ritual muy especial, podría definirlo
como una comunión entre la luz, el agua,
el fuego y el aire. Se siente muy bien.
Mi alma está en paz.
Empiezo a remar en dirección contraria al amanecer.
Vuelvo hacia la orilla de la costa que me vio salir
pero esta vez tengo una perspectiva diferente
ya que nunca me encuentro solo,
siempre observo al Sol en el horizonte y cuando giro
la cabeza, veo la ciudad cada vez mas grande.

Sebastián Koutsovitis

martes, 15 de febrero de 2011

Era hora

Te fuiste a pasear,
estabas descansando,
te tomaste un recreo
y empezaste a viajar,
Por donde habrás estado?
Acampaste en la luna?
O tal vez dormiste
en la cama,
sobre una novela de drama
que leía la sirvienta de un zar.
Seguro que navegaste
por las almas mas oscuras,
iluminaste caminos
mostrando salidas,
despertaste suspiros
y te sumergiste en recuerdos
de aquellos personas
que quieren olvidar.
Me miraste desde el amanecer
y volaste en el ocaso,
doblaste por fracasos
de velas de altar.
Saliste de la sonrisa
de un bebé y
descansaste en una nube,
sonaste en una guitarra,
en un saxo o en una voz
que te llamó al cantar.
Te extrañaba y
volviste.
Sos mi dulce tentación,
musa inspiración,
te pido por favor,
no te vuelvas a alejar.

Sebastián Koutsovitis