lunes, 15 de marzo de 2010

En el jardín del azar

Veo mensajes en el teléfono
que dicen palabras verdaderas,
suenan un poco oscuras pero luego sale el Sol.
Siento que algo se prende como el fuego
de un farol que no se quiere apagar
y por mas que llueva,
este calor persiste y no deja de humear.
Todo lo que veo son cuadros pintados para mi,
con esos colores que me gustan,
con esos pueblos que imaginé,
con esos paisajes que inventé
y que jamás pensé volver a ver.
Se siente como un huracán
que da vueltas y vueltas dentro
de mi cabeza,
trata de decirme cosas
pero no entiendo qué,
entonces cierro los ojos,
abro mi alma y
no pregunto mas.
No quiero cuestionar la realidad,
es perfecta para mi,
todo es calma y paz,
hace mucho no sentía eso.
La energía sigue su rumbo
como un río en un canal
que desemboca en un
campo de rosas lilas
iluminadas por la luz de la Luna
en el oasis del glaciar de tus abrazos.
Recuerdo tu sonrisa y salgo
a caminar por la calle mirando al cielo,
sin ver por donde camino
y sin brújula para mi destino
pero entre paso y paso me choco
con muñecos y vuelvo a mirar al frente,
veo caras vacías, frías,
cansadas de andar.
Te busco desde el anonimato
en medio de la muchedumbre
pero te encuentro por las tardes,
a la hora de los mates
o en el hasta luego del atardecer
que me hace recordar el color de tu voz.
Toda la fuerza del camino,
toda la energía de la ruta,
todo nena, todo nena,
es haberte conocido en el jardín del azar.

Sebastián Koutsovitis.

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